“Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por su propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades”

(2 Tim 4,3)









jueves, 5 de mayo de 2011

El día en que tu y yo chocamos


Voy navegando, en los mares del calendario y descubro el preciso momento, en que el sol llegó y suplantó a la tierna pero solitaria noche. Todo esto sucedió, sin llanto ni gritos de dolor y fue justo allí, cuando nació el día en que tu te asomaste caminando, al balcón de mi mirada. Desde aquel entonces, mi corazón le arrebató a mis ojos el derecho de mirar y contemplar la armonía de tu sutil belleza.

Entonces, todo una sinfonía de latidos me invadió y llenó de música todo mi universo, que hasta ese instante estuvo compuesto solo de luces y sombras. Y el sonido de tu voz, hizo eco en las paredes de mis oídos y se convirtió en susurros,de esos que te estremecen todo el sistema de nervios.

Yo me sentí, mas dichoso que aquel joven que miraba con asombro y admiración, una obra de arte colgada en la pared de una pequeña galería. Mi dicha es mayor, pues en ti pude contemplar el mas bello arte que es real y que camina. Me di cuenta, que cada uno de tus pasos y cada gesto tuyo, es capaz de empapar los áridos desiertos de mi alma. Que tu voz pronunciando una sola palabra tuya, seria capaz de transformar cada espacio de mi realidad.